Tengo
una historia en la cabeza y, sin darme mucha cuenta, va tomando forma. Pasa el
tiempo (o no) y algo en mí me dice que tendría que escribirla. Acto seguido, mi
mente racional me grita: ¡Claro, como que
fuera fácil! ¿Cómo vas a hacerlo, listillo?
Poco más o menos, esto le sucede a
muchos de los que intentan escribir, aunque también pudieran pensar, entre
otras alternativas, cosas como lo bien que estaría, lo divertido que resultaría
o las enormes ventas que alcanzarán. Todo lo que sea estimularte para emprender
la aventura deberías conservarlo y atesorarlo bien, aunque tus motivaciones no tendrían
que apostarlo todo a lo menos probable del proceso. Eso solo te creará
frustración.
Seguro que hay escritores que te
emocionan, te gustan o te aportan más que otros. Puede que busques cosas
distintas en cada lectura que haces, o que seas de esos lectores abiertos que
no discriminan. Puede, por qué no, que pienses de ti mismo (o misma) que
deberías haber leído más (sin importar cuánto leas, o qué leas, o cómo leas lo
que cae en tus manos). Es un pensamiento lógico, pues hay muchísimo más escrito
de lo que vas a poder leer en tu vida. Es un hecho objetivo e inalterable. La
cuestión es que tu experiencia es la que es, y eso hay que tomárselo con
filosofía. Sé libre y disfruta leyendo. Eso es lo importante.
Mucha gente que quiere escribir cree que lo primero no
depende de uno mismo, cree en las musas, en la inspiración mística, religiosa o qué sé yo. Luego remata esa
creencia con la lapidaria fortuna de su particular crónica de una muerte
anunciada. Al no encontrar inspiración externa, nunca consigue ponerse,
centrarse y escribir. Está, antes de empezar, condenado al fracaso. Todo por
culpa de sí mismo y de pensar que es algo que debe esperar y esperar. En esto,
no tengo dudas. La inspiración es como las oportunidades o la suerte. Estas
cosas no se esperan. Se buscan y, sin duda alguna, se encuentran. O ellas a ti. Ya verás. Te sorprenderán en el mercado, el autobús o hablando con la gente.
Una vez hemos solucionado el primer
escollo (la primera premisa falsa),
es el turno de pensar sobre lo que sí podemos hacer desde el primer día. Hay
una serie de premisas (estas no son falsas y dependen, en exclusiva, de nosotros)
que debes tener en cuenta. Son: práctica, sistema, idea, motivación y
concentración. Todas igual de importantes. Todas dependientes del escritor en
sí. Eso es. De ti.
Las ideas (hasta las que parecen malas) son, por un lado, tesoros y,
por lo tanto, debes atesorarlas y guardarlas bien. Yo recomiendo pensarlas,
macerarlas en la mente y escribirlas (el orden, en este caso, lo eliges tú). Por
otro lado, las ideas son algo vivo. Crecen y se reproducen (pueden morir, por
eso debes escribirlas a tiempo). Con una idea en la cabeza, acabarás
engordándola, cambiándola y teniendo otras. Eso sí, hay que trabajarlas mucho y
saber verlas venir. Aceptarlas o descartarlas (cuidado con los descartes, que
pueden ser el germen de algo grande. Por eso conviene apuntarlas).
Es el turno de la motivación, el pilar maestro de
cualquier empresa. Hay muchas formas de motivarse. Es más importante que
encuentres lo que a ti te motiva que cualquier cosa que leas aquí. Con todo, te
diré lo que pienso de la motivación. Es esencial, estamos de acuerdo, pero
también puede llegar a ser confusa, engañosa y foco de frustración. Si pones el
acento en tus objetivos y tu motivación se centra en lograrlos, irá bien, al no
ser que sean a largo plazo. Entonces habrás dado, sin querer, el primer paso
hacia el fracaso. Es decir, no confundas la motivación con tus ilusiones o
deseos más elevados o improbables.
La verdadera forma de animarte a
seguir no tiene que ver con eso. Lo importante es que escribir te ayuda a
pensar, comunicarte, aclarar tus ideas, etc. O que te haga feliz por el camino,
que te guste hacerlo. Disfrutar del punto final de una historia, de un artículo
terminado o de una canción cantada es el objetivo que tu interés debe lubricar y
azuzar tu motivación. Es importante porque no te voy a engañar. Como afición es
tremendamente buena. Como profesión, complicadísima.
Te encontrarás muchos obstáculos una
vez tengas cosas terminadas. Eso, aunque ya lo sabes, es cierto. No es sencillo
empezar. Por eso, yo creo que hay que saborear cada instante sin esperar nada
del siguiente paso. Si llega, se celebra, se disfruta y se sigue trabajando.
Humildad, trabajo, perseverancia y calma son buenos aliados en esto. Por el momento,
charlaremos sobre escribir. Lo que está después de eso lo dejaremos para más
adelante.
Las otras dos están conectadas con
lo dicho y entre ellas. La concentración
y un sistema de trabajo van de la mano. Uno ayuda al otro. Supongo que no hay
una regla fija en esta parte. Cada uno se concentra de una forma y necesita un sistema de trabajo más rígido o menos.
Por eso no voy a decirte qué es lo que tienes que hacer. Tú sabrás cómo logras
la calma que te hace conectar con las ideas y plasmarlas al papel. Tú sabrás el
sistema que te haga encontrar esa concentración precisa que requieres o el
tiempo que tienes disponible. Si no lo sabes, sí que te recomiendo que lo
busques y lo implementes en tu día a día (o en el tiempo que tengas).
Ya tenemos una buena base, aunque
nos quedan muchas cosas todavía. Llega el turno de los gustos, los géneros, la
técnica, el estilo, el lenguaje... Comencemos
pensando qué te gusta y qué molde se adapta mejor a ti y a lo que quieres
contar.
¿Qué quieres contar? Escribir es una forma de comunicación. No podemos olvidar eso. Te estás comunicando (puedes ver la entrada sobre comunicación si no sabes de qué estoy hablando), con todo lo que ello significa. Según lo que respondas a esto, y en comunión con tus propios gustos, toca elegir un género específico para ello —y, acto seguido, el subgénero—. Yo soy partidario de comenzar cacharreando lo máximo posible (sobre todo si eres joven o dudas), pero no tardarás en toparte con moldes afines a tus gustos y tus mensajes. Canciones, poesías, cuentos, teatro, guiones, ensayos, tesinas, descripciones, cómics… Como ves, hay muchísimas posibilidades.
Tengo claro que lo que has leído
hasta aquí te vendrá bien independientemente de lo que escribas. En este blog
nos adentraremos más en novelas, cuentos y fantasía; pero trataré de explicar —y
de aportar algo a— los demás. Al menos, un poco de teoría.
Hasta aquí es suficiente como primera piedra del taller, aunque no quiero despedirme sin mencionar otros factores importantes que no suelen decir por ahí. Sí, en esto de escribir, como en lo demás, es importante también tener en cuenta a tu propio entorno. Para bien (generalmente), pero también para el que lo tenga hostil. Debes adecuar tus aficiones a tu entorno para evitar que tus mundos choquen. Como cada uno tiene el entorno que tiene, te paso un enlace fundamental para el escritor (aficionado o profesional) y te animo a que uses las redes sociales para ampliar tu entorno literario. Busca grupos de escritores en tus redes, pero ten cuidado con lo que publicas o con lo que das como bueno si no conoces a las personas que te escriben. En fin, como siempre hay que hacer en la red o en la calle.
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