El teatro medieval. En contraste con otros lugares, en Castilla no tenemos ningún testimonio teatral hasta el siglo XV, con la excepción del Auto de los Reyes Magos, del siglo XII, una pieza antigua y valiosa (fragmento) que consta de 147 versos polimétricos y anónimos encontrados en la catedral de Toledo sobre cómo los reyes magos siguen una estrella, hablan con Herodes… Por la pieza conservada, cabe pensar en una escena fija y el uso del teatro como extensión de la liturgia cristiana.
Alfonso X se
ocupó especialmente de dignificar la lengua castellana cuidando su sintaxis,
estableciendo el léxico, limando las vacilaciones y fijando la forma de las
palabras. Todo en un proceso de trabajo que él mismo supervisaba. Entre las
obras que impulsó destacan: Primera
Crónica General de España (histórica), Las
Siete Partidas (jurídica), El libro
del Saber de Astronomía (científica).
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El género más importante de la época es el didáctico. Los
exempla,
o ejemplos medievales, tienen como precedente los cuentos y las fábulas
orientales. A partir de relatos en los que participan personas, animales,
personajes fantásticos…, se presenta un caso sobre el que después se
desprenderá una lección o consejo moral. Este género llega a su culminación con
Don Juan Manuel y su obra más conocida: El
Conde Lucanor, al ser el autor conocido que más éxito tuvo con este tipo de
literatura en prosa.
Sin embargo, conviene recordar antes el enorme valor del resto de ejemplos medievales (y de los cuentos de origen oriental o clásico venidos vía eruditos árabes); pues es desde ahí donde nace gran parte de la tradición literaria española (recuerdo a los traductores de Toledo y a Alfonso X).
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Don Juan Manuel
fue uno de los hombres más poderosos de su época (nieto de Fernando III y
sobrino de Alfonso X). Participó activamente en la política y guerras de su
tiempo, y al mismo tiempo se interesó por la cultura clásica y oriental,
esforzándose en obtener un estilo personal que combinara la elegancia con la
precisión.
En El Conde Lucanor (Libro de los enxiemplos del Conde
Lucanor et de Patronio) se pone de manifiesto esta condición
didáctico-moral. Consta de cinco partes, y la primera, de más interés, contiene
51 ejemplos o cuentecillos de temas variados y de origen diverso (fábulas
griegas, parábolas bíblicas, relatos orientales…, y de propia invención).
Cada uno de los 51 ejemplos presenta una misma estructura formal: el conde Lucanor consulta a su ayo o preceptor Patronio sobre un asunto; Patronio relata una historia, un caso o un cuento que sirve de ejemplo para la situación planteada; y se pone en relación el tema del cuento explicado con el problema propuesto por el conde. Al final, Don Juan Manuel resume mediante un pareado (proverbio) la enseñanza que deseaba transmitir.
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