La Celestina es una obra dialogada bastante extensa atribuida a Fernando de Rojas por el acróstico con su nombre en los textos preliminares, aunque hay opiniones diferentes respecto al autor (o autores). Esto ha hecho que haya habido dudas sobre su género, su composición (varias versiones con nombres y extensiones diferentes) y, como hemos dicho, su autoría. Lo que sí sabemos con certeza es que está escrita en ambiente universitario al final del siglo XV, en que resulta una pieza única en su género, que se saldrá de todos los moldes preexistentes y que influirá en la literatura posterior.
Para unos se trata de una especie de obra de teatro, mientras que otros piensan que estamos ante una novela dialogada (demasiado larga para encuadrarla dentro del teatro). Los partidarios de que se trata de una obra de teatro argumentan que no existe narrador alguno, pues los personajes hablan siempre directamente. La obra no estaría destinada a la representación pública, sino a la lectura colectiva. Los defensores de que se trata de una novela mantienen que el libre tratamiento del espacio y el tiempo, o la evolución psicológica de los personajes, serían rasgos más propios de la novela que del drama, a lo que podría sumarse el carácter irrepresentable del texto.
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Fadrique de Basilea, Burgos, 1499 |
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Valencia, 1514 |
Tradicionalmente, tragedia y comedia se
definían según dos planos sociales diferentes de la acción dramática: el aristocrático,
en donde se dan personajes capaces de grandes sentimientos, y constituyen el plano trágico; y el popular, antihéroe, ajenos a toda grandeza de alma. Rojas funde ambos planos: los personajes, tanto del mundo alto como del bajo, muestran los mismos
sentimientos (son egoístas, deshonestos...) y utilizan diversidad lingüística. Por eso
hablamos de tragicomedia…
Lo
trágico y lo cómico ya no están ligados a la clase social como en otras obras
del mismo siglo en que las acciones de señores y campesinos no se mezclaban.
Con ello, Rojas está dando testimonio de las tensiones que se estaban
produciendo en la sociedad. Una de las características que le da a la obra ese
sabor realista característico de una
parte importante de la literatura española. Veamos esas transformaciones
sociales que nos muestra la obra.
La
primera es la que tiene que ver con el cambio de paradigma entre amos y
criados. Bajo el prisma medieval, la relación sirviente / señor era más moral
que económica, pues eran parte de la casa. Seguían a sus amos por convicción,
costumbre y lealtad porque era parte implícita del contrato social entre ellos.
Tenían, por así decir, un vínculo, un rol preestablecido de difícil disolución.
Un acuerdo que convenía a las dos partes y tenía que ver con la fidelidad y el
honor. En el siglo XV, esa relación cambia para formar un mero acuerdo
económico y comercial. En la obra, los criados de Calisto, por ejemplo,
obedecen a su amo por dinero. Una relación mucho más fácil de socavar.
Relacionado
directamente con esto, tenemos que comentar el poder del dinero, que todo lo
compra y lo puede. El inmovilismo medieval está cambiando. En el XV hay una
clase social que sí puede enriquecerse y prosperar, que sí puede llegar a la
cima de la pirámide, la burguesía. El comercio (así comenzó la burguesía) era
capaz de socavar la barrera social y llegar a la aristocracia. Se podían
comprar títulos nobiliarios, “honras” (distinciones sociales compradas con
dinero) o criados. En otras palabras, los ricos burgueses se incorporaban a las
costumbres y formas de vida de los antiguos nobles, por lo que algunas personas
podían vivir sin trabajar (sin producir). Así, por ejemplo, es como vive
Calisto. Un tipo ocioso como pocos.
Estos cambios sociales (distintas normas, distinta moral y distintas costumbres) son un caldo de cultivo ideal para enredos, traiciones, comportamientos reprobables, conductas impúdicas y cuestiones éticas (avaricia, ira, deseo sexual…). Así es el trasfondo de esta obra, que revoluciona la prosa medieval de finales del siglo XV.
Una
forma habitual (y práctica) de encarar la valoración de los personajes de La Celestina es atender a los dos grupos sociales clásicos (tradición
literaria en todos los géneros): los de clase
social baja y los de clase social elevada. Como norma general, la tradición
pone a los primeros como ayudantes en las tragedias (con mayor protagonismo en
las comedias) y los nobles como protagonistas. En términos generales, ambas
esferas no solían mezclarse mucho (los criados daban recados y obedecían a sus
amos, sin más tramas con el resto de personajes).
La Tragicomedia de Calisto y Melibea va a
terminar con esta convención. En la obra de Rojas, las dos esferas se mezclarán
sin remedio gracias a la verosimilitud que los cambios sociales ya descritos
van a proporcionarle. En el grupo de las clases populares veremos, entre otros,
a Celestina, a los criados (Pármeno, Sempronio, Tristán y Sosia) y a las
prostitutas Areúsa y Elicia. Como representantes de los ricos: Calisto, Melibea
y los padres de la joven (Pleberio y Alisa). Comencemos con los de clase social elevada.
Calisto es el “galán” de la obra. Un
joven rico y ocioso con rentas y criados, pero sin escrúpulos y sin ningún tipo
de honra ni nobleza. Algunos lo ven como una parodia de los héroes de los
libros sentimentales; pues parecerá que sigue los preceptos del amor cortés (ya explicados), pero, en
realidad, seguirá los del loco amor. Lo que quiere Calisto es
el fruto del amor de Melibea. Quiere un amor carnal, pasional, físico. Para
ello, utilizará todas las artimañas posibles, lo que incluye los tratos con
Celestina. Este personaje habla con un lenguaje retórico propio de la
literatura cortesana, otro guiño a esa parodia de clases sociales, estilos
literarios y tipos de amores.
Melibea es una joven rica de buena familia que
comienza como una dama pura que mantiene el decoro y la pureza de sentimientos
(contraste con su amante), pero que más tarde no oculta su pasión (la mantendrá
hasta el final, hasta las últimas consecuencias) y se muestra como una mujer de
carácter rebelde, honesto y sincero. Bajo nuestra opinión, Melibea es las dos
versiones. Evoluciona, cambia. Es un personaje muy activo en la obra. Termina
trastornada por la pasión y dispuesta a todo por mantener el amor carnal y
físico con Calisto. Entra en la misma parodia en la que permanece el galán
desde el comienzo (el amor cortés de
las narraciones cortesanas frente al loco
amor de la vida real).
Los
padres de Melibea, Pleberio y Alisa, tienen un papel secundario. Representan
ese hecho intemporal, ese defecto que muchos prefieren ignorar. El
desconocimiento de lo que hacen, piensan y sienten los hijos (adolescentes o
jóvenes). Al final de la obra, se sorprenderán, por desconocimiento, por los
acontecimientos de la misma.
Vamos
ahora con los personajes de clases populares. Antes de ponernos con el
personaje más famoso de la obra, repasaremos el rol de los demás. Eso es, de
los criados y las prostitutas. Representan, en general, la codicia, el deseo
sexual y el interés egoísta y básico del dinero. Además, odiarán sus amos
(salvo Tristán y Sosia) y serán bien conscientes de su posición de clase.
Para
finalizar, es el turno de Celestina, un personaje tan importante que cambió el
título por el que todos conocemos la genial obra de Rojas. Es la figura central
en las relaciones del resto de personajes. Una vieja alcahueta, maga y
hechicera cegada por la ambición y con un gran conocimiento de la vida, las
relaciones, al amor o el corazón humano. Es personaje capaz de moverse (lenguaje,
trato, formas…) entre los de su clase social y los de la clase elevada. Logra
sus objetivos, pero su avaricia es tan grande que la obra terminará muy mal
para ella.
Como
ya hemos vislumbrado, los temas de fondo de esta singular obra son variados. El
placer (principalmente sexual), el loco amor y el dinero, con las cosas
relacionadas con ello, están ya dichos; así que volveremos a ellos, sin
olvidarnos del otro gran tema de la obra: la muerte, del mismo modo,
relacionada con lo demás.
Cuando
hablamos de placer, nos referimos al
puro placer y a todo tipo de placeres. El hedonismo mal entendido moverá a los
personajes a lo largo de la historia. Recordemos que Melibea, ante la
perspectiva de la muerte, solo se lamenta de no haber gozado más de su amor carnal
con Calisto. Muy relacionado con el placer, encontramos al loco amor, que es una crítica (o burla) del amor cortés. Este tipo
de amor es violento, pasional, erótico y libre. Es una manera de sentir que te
obsesiona, te enajena y te lanza fuera de ti mismo. Por ejemplo, dice Melibea
que prefiere ser buena amiga que mala casada; con la crítica añadida a las
costumbres de su clase social incluida.
Los dos amantes quebrantan el código del amor
cortés y la moral cristiana desde el inicio. El descontrol, la temeridad y la
adoración que Calisto tiene de Melibea resulta como un tipo de locura
(frustración, tristeza, angustia…) que afecta a la memoria y al cuerpo (dicen
sus criados de él que está “loco”). La crítica religiosa (ya con fuentes y
ejemplos anteriores) llega hasta la deificación de la joven para Calisto. Dice
de Melibea: «Melibeo soy y a Melibea
adoro y en Melibea creo y a Melibea amo». Más adelante, esta adoración se
va mundanizando hacia un amor más humano y profano.
Sobre
el dinero podemos observar dos
funciones. La primera tiene que ver con la codicia, representada en este caso
por las clases populares. Llegarán, por dinero, hasta límites increíbles, hasta
la mismísima muerte. La otra cara es la que mueve al mismísimo amor. Con dinero
se puede comprar un poco de amor. Esto se ve de forma cruda y real con los
servicios de las prostitutas (Celestina es dueña de un prostíbulo), pero
también con el contrato entre la alcahueta y Calisto vía criados para que con
su brujería y habilidades Melibea quede prendada de él.
Toca el turno del último elemento. La muerte, que se muestra como igualadora (mueren muchos en la obra, sin importar su condición social o sus hazañas) y como otra crítica religiosa en algunos casos. Esto se logra mediante el suicidio, que es un atentado directo contra el cristianismo (el suicidio, por loco amor para más inri, te cierra las puertas de la otra vida). El elemento de la muerte también sirve en la obra como único medio para solucionar el problema que plantea la locura de amor. Es la forma de “curarlo”.
Como vemos, La Celestina tiene algunos elementos que la hacen única. Tuvo tanto éxito en el siglo XVI que influyó en la literatura de forma directa e indirecta. Creó un nuevo género (celestinesco), personajes, etc. Una revolución en sí misma, con tintes de crítica social (relaciones entre clases), religiosa (normas cristianas) y política (judíos conversos, limpieza de sangre…). De hecho, estuvo prohibida en el siglo XVII (Inquisición) debido a que era perniciosa para las buenas costumbres.
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