¿Cuántos tipos de palabras hay?
En nuestro idioma hay nueve tipos de palabras. ¿O eran ocho? Efectivamente. Podemos formar cualquier enunciado con estos nueve tipos de palabras (categorías gramaticales), aunque algunos prefieren ver el paradigma como ocho tipos de palabras más una libre e independiente a la que llamamos interjección. Si dejamos las interjecciones aparte (luego hablaremos de ellas), ya tenemos esas ocho categorías. Es el momento de reflexionar un poco sobre cada una de ellas y ver cómo se relacionan. Para pormenorizar sobre cada una os recomiendo visitar los artículos correspondientes.
El primero del que hablaré es el sustantivo (o nombre). Con él, se construye el mundo, se nombra, se materializa, se etiqueta. Lo malo es que resulta una realidad inmóvil, pobre y sin relacionar. Para dar vida, matices y demás a los nombres de todo lo que hay (real o no) necesitamos a los adjetivos (para describirlos) y a los determinantes (para ubicar exactamente a qué me refiero en cada momento). Además, para no repetir demasiado las mismas palabras una y otra vez en cada frase, tenemos a los sustitutos de los nombres, que son los pronombres.
Si te das cuenta, ya estamos en la
mitad. Ahora es el turno de los verbos,
que son los que moverán esa realidad nombrada por los sustantivos. Estos
primeros cinco tipos de palabras son variables, pues sus formas pueden
flexionarse para adaptarse a una realidad que puede cambiar de género, número,
persona y otras cosas. Algo esencial, en especial, para los verbos.
El trabajo de los verbos es
titánico, por lo que van a necesitar ayuda de un tipo de palabra que no
necesitará cambiar de forma (invariable) para completar la información que
quieran aportar. Sí, son los adverbios.
En este punto, solo nos quedan dos tipos de palabras (con permiso de las
interjecciones) para poder articular cualquier oración o texto en nuestras
gargantas. En los dos casos, su trabajo es muy particular, poder unir y
relacionar al resto de palabras y oraciones. Son, de alguna forma, el pegamento
que cohesiona lo demás. Igual que los adverbios, estas categorías son
invariables.
En el caso de las preposiciones, forman un grupo cerrado que
sirve para relacionar un grupo de palabras con una palabra (o grupo) anterior,
de la que dependerá (estará al servicio de). Las conjunciones, por su parte, unen o relacionan fragmentos iguales
(palabras con palabras, grupos con grupos, oraciones con oraciones).
Sirven para expresar sentimientos o
impresiones y, en algunos casos, son onomatopéyicas, es decir, que simulan o
recrean un ruido natural, artificial, etc. Se clasifican en dos grupos, pues
hay palabras que siempre son interjecciones (propias) y otras que pueden o no serlo en función del contexto o el
uso dentro de la oración (impropias).
Si escribo algunas aquí, seguro que sabes distinguir, del tirón, cuáles son de
un tipo y cuáles son del otro. Veamos: ¡zas!,
¡oh!, ¡pum!, ¡cielos!, ¡toma!, ¡vaya!...
Igual que pasa con verbos,
preposiciones y conjunciones; las interjecciones pueden formar grupos de dos o
más palabras que funcionan, a todos los efectos, como las interjecciones de una
sola palabra. Es el caso de las locuciones
interjectivas.
Lo que más me gusta de algunas
interjecciones es lo parecidas que son a los ruidos de animales u objetos. Lo
directo de su valor, de su sentido. Parecen, casi, fuera de la lengua racional;
aunque no lo estén.
Como habéis visto, las palabras no
van sueltas (la mayoría). Lo que hacen es juntarse para formar entidades
mayores que llamamos grupos o sintagmas.
De la misma forma, los grupos se vuelven a relacionar para formar oraciones
completas. Este sistema es el que logra un sinfín de posibilidades. En español,
las palabras se juntan de cinco formas posibles (cinco sintagmas). Son: el
nominal, el adjetival, el adverbial, el verbal, y el preposicional. Los
veremos, a su debido tiempo, en otros artículos del blog.
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